Madrugada bonaerense
Costillas amedrentando anhelos,
aplastan con sigilos a las rosas,
mis jardines amurallados desconfían…
tantean el recoveco de la esquina,
ciegos de miedo, secos de soles verdes,
brotan enloquecidos para atascarle galerías a la muerte.
Me espera, eso es seguro,
Me espera y yo estoy fallando…
Mis cabellos deshonrados, mis labios a la deriva,
Han extraviado el camino a la intimidad prometida
La noche, loca de grillos y vapores con espinas,
frena mis alas huecas, ataja el esmeril de mi marcha .
El encuentro es en la plaza, la hora, la madrugada…
Convoco a mis ángeles negros, dejando un rastro en damero,
de adoquines ultrajados y espesas gotas de aliento.
Me espera, me alcanza su resolana.
Me espera y yo estoy fallando…
Mis manos entorpecidas, mis pechos desorientados,
los monstruos me han coloreado de umbrosos sueños la túnica.
Los paraísos cercanos recortan dolientes presagios.
Mi amado me estará esperando y yo con mis dientes arrugados …
Ya no sabré llegar a la cita vibrante, fresca, desvelada.
Le preguntaré a la luna por la zanja y la cornisa,
las enaguas, las puntillas, los jazmines y las lilas.
Me espera, eso es seguro,
junto a corceles de bronce y canteros florecidos.
Aprisionadas en los charcos, lloramos la luna y yo.
Ella porque lo guarda, de mis monstruos y sus penas.
Yo, porque lo estoy perdiendo,
cubierta de apáticas siluetas,
desgajada…
por inertes gozos sombríos.
Laura Soto
Cipolletti junio 2007
jueves, julio 12, 2007
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