Hace tiempo que te lo pido, te imploro que te detengas , pero no hay piedad en esa roca que arrojas rompiendo el espejo, el relato cerrado y pulcro que por años he sostenido.
Yo sigo siendo un niño, no lo olvides.
Estoy replegado, asustado, escondido entre las oscuridades ciegas de tus máscaras.
¿Para qué necesito tus verdades? y ¿el atroz reflejo del sol contra las urgencias del mundo cotidiano?¿acaso es verdad (estás tan seguro...) que estos colores nuevos me permitirán andar por jardines acanalados, jugar a que soy feliz, y me lo creo?
No te importaron mis lágrimas y los huesos tiernos sonando a cristales rotos. Yo no necesitaba que veamos el verdadero rostro de nuestra alma